martes, 20 de diciembre de 2016

                         Gran Instrumento de la Naturaleza       


Si yo hubiese adquirido la costumbre de recordar mis sueños y anotar mis fantasías nocturnas, si yo hubiese estudiado la ciencia de traducir  a lenguaje hablado las imágenes difusas, si yo me  hubiese familiarizado  con mis sueños como lo estoy con mis actos, mis gustos, mis instintos y mis reacciones, me conocería yo hoy mucho mejor, me entendería mejor a mi mismo, a mis motivaciones secretas y mis deseos irracionales, a mis entusiasmos y a mis depresiones, a mis complejos y a mis miedos. Si yo me conociera noche a noche como me conozco día a día, sería mejor persona y tendría mejor carácter, podría prevenir mejor mis prontos y suavizar mis asperezas, reaccionaria mejor ante la vida y entendería mejor en la practica el enigma de la existencia. Sé que al perder la dimensión nocturna de mi vida,  he perdido algo importante de la totalidad de mi ser. Me he racionalizado demasiado, y me he privado de la guía, el animo, el secreto y el encanto de las voces que me hablan en la noche cuando mi razón esta callada y mi amado subconsciente despliega sus antenas para captar los mensajes secretos y vitales que yo no le dejo percibir de día. El sueño me ha servido de descanso, pero no de aprendizaje. Noches a medias (Vallés, Calos, G., S.J., Vivir con alas, Ángeles en la Biblia y en la vida, p.22).  

Con esta cita larga de Vallés quiero comenzar esta parte del trabajo para meternos de lleno al hecho del soñar. Ya lo apunta el autor citado en la cita que tenemos cuando dice  que “me he racionalizado demasiado, y me he privado de la guía, el animo, el secreto y el encanto de las voces que me hablan en la noche cuando mi razón esta callada y mi amado subconsciente despliega sus antenas para captar los mensajes secretos y vitales que yo no le dejo percibir de día”. O como señala otro autor, de que se pueden utilizar los sueños, al tener mayor conciencia de ellos, para adquirir un conocimiento más directo de la verdadera naturaleza personal y se puede progresar al tomar opciones con conciencia (Cf.  Puche, José Daniel, Despierte su conciencia, p.360.).
Decía que ante una situación concreta, un sueño concreto. Los estudiosos lo dicen con sus terminologías científicas al decir que los sueños son formaciones psíquicas complejas en cuya producción intervienen diversas funciones psíquicas. En donde los impulsos intervienen activamente en la causa del sueño siempre impulsados por evocaciones asociativas. Es decir, impresiones sensoriales, asociaciones de recuerdos y representaciones mentales, hechos con carga afectiva ocurridos durante el día y la temática existencial básica del sujeto en un momento determinado. No sucede el sueño aisladamente, independientemente de la realidad concreta del individuo. De allí que tenga el sueño una función indicativa y una función prospectiva (Cf. Poll, Wilhelm, Psicología de la religión, pp.288-289). En palabras de Freud, todos los pueblos antiguos han atribuido a los sueños un importante valor, y los han considerado como prácticamente utilizables, hallando en ellos indicaciones relativas al futuro y dándoles el significado de presagios (Cf. Sigmund Freud, Introducción al psicoanálisis: los sueños, en Obras Completas, p.97.). Está indicando una situación concreta y en cierta manera está dando una solución, también concreta, a la persona. Pero siempre individualmente. Porque cada situación es individual histórica. Es, entonces, cuando al sueño lo podemos ver e interpretar como una revelación. Pero, para evitarnos serios problemas, no se puede identificar el inconsciente con Dios ni Dios con el inconsciente, como ya habíamos apuntado anteriormente, cuando hacíamos las aclaratorias del peligro de identificar o diferenciar psicoanálisis y religión. Sin embargo, si se trata de una revelación.
Ahora bien, ¿qué se entiende, en este caso, el sueño como revelación? ¿Será una revelación directa de Dios, y, por consiguiente, un milagro? ¿Será algo verdaderamente extraordinario y fuera de todo dominio natural humano? ¿O no será que ya Dios lo ha determinado así desde el mismo momento de la creación, y entonces, ya es un fenómeno realmente natural, implícito en la creación misma? Según mi manera de ver, pienso que es algo totalmente natural.
Esto nos lleva a plantearnos muchas otras inquietudes: ¿qué diseña el sueño: la circunstancia concreta individual o es una invención sin encadenación con la realidad? ¿Somos nuestros propios arquitectos de nuestros sueños? ¿Dónde se construye el sueño? ¿Por qué se construye? ¿El sueño es una evasión, una sublimación, una proyección o un deseo frustrado que se materializa en imágenes en nuestra mente? Si es así, ¿no será, entonces, el sueño una liberación de nuestras frustraciones? De ser así, tiene que ser bueno porque habría que ver el sueño como un canal de alivio de la naturaleza, aun cuando nos cree más frustraciones. Si es proyección, significaría que no es más que un aumento de irrealidades y de fantasía, porque estaríamos proyectando y realizando lo que no nos es posible en la vida diaria y real. Entonces, en el caso de San José, no era más que un autoengaño. ¿Será así? ¿Es así? Seria mejor, pues, no soñar.
Si nosotros mismos somos los constructores de nuestros propios sueños, significa que soñamos y programamos lo que queremos soñar. ¿Es así, realmente? No, por lo menos, a plenitud de la conciencia. Y es aquí donde esta la clave del sueño. Que, en parte, depende de nosotros y en parte, no. La parte que depende de nosotros es la de la realidad: lo que nos afecta diariamente en nuestra vida común, y que se asocian para despertar, la otra parte, que ya no depende de nosotros, directamente. Es este el laboratorio de los sueños, en  relación estrecha a una realidad  concreta, por supuesto. Porque, como tenemos dicho ya no existe un sueño sin una situación concreta de nuestra vida, sobre todo, envolvente en su plenitud, total y existencial.
¿Hay que hacerle caso a los sueños, si o no? O, ¿tenemos que aplicar la sentencia de que “los sueños, sueños son”? o, ¿precisamente, porque son sueños hay que darles importancia? ¿O es, como indica un autor, un “proceso natural, inútil siempre, patológico siempre”? ¿Es normal soñar, o no? ¿O es propio de personas no normales, o inclusive, de situaciones atípicas de la vida de vigilia, es decir, de la vida diurna atenta? Más, aun, ¿Qué es un sueño?
  Freud admite que es difícil definirlo, pero que todos sabemos qué es. Lo que significa que todos hemos soñado, y, por consiguiente, sabemos lo que es un sueño, aun cuando no sepamos definirlo. Tenemos experiencia de lo que es un sueño. Sin embargo, señala, que sí se pueden resaltar los caracteres de este fenómeno. Y el primero, es cuando soñamos, nos hallamos dormidos. Así, se evidencia que los sueños son una manifestación de la vida psíquica durante el reposo. Pareciera que existiera una relación muy estrecha entre el reposo y el sueño. Eso hace que se vea el reposo desde el punto de vista psicológico, en donde el durmiente no quiere saber nada del mundo exterior, desligándose de él. Nos alejamos del mundo exterior. Al encontrarnos fatigados queremos descansar. Entonces, el reposo tiene dos connotaciones, una biológica y otra psicológica. Biológica, porque nos hallamos cansados y fatigados físicamente. Y psicológica, porque supone un querer desligarse  del interés del mundo exterior. Muy en el fondo, se trata de repetir la misma experiencia de nuestra existencia intrauterina. Por lo menos, nos creamos condiciones parecidas a las de esa existencia, como las de calor, oscuridad y ausencia de excitaciones, hasta posiciones fetales como en el seno materno, en algunos casos. Pero, no significa que exista un cesar de nuestra actividad psíquica. Al contrario. Algo se opone al reposo de la actividad psíquica. Sobre esa actividad actúan estímulos a los que tiene que reaccionar. Eso hace, entonces, que tenga sentido el tratar de comprender el fenómeno onírico (o de los sueños).
El segundo elemento o carácter del sueño son las imagenes visuales. Siempre se sueña con imágenes y a la hora de describirlas es difícil hacerlo. Esos son los dos elementos comunes de los sueños. Lo demás son diferencias, como la duración, la precisión, las emociones, la persistencia, entre otras.
Existe una relación entre el estado de reposo y los sueños. El sueño es una reacción a un estimulo perturbador del reposo. Es decir, se reacciona ante un estimulo externo inmediato y se sucede una experiencia onírica. Por ejemplo, suena el reloj. Es el estimulo externo inmediato. Y se sueña con toques de campanas o que alguien está llamando. Se da, pues, un estímulo y una perturbación del reposo. Y se da el sueño. En el caso de ser una perturbación exterior. Porque también depende de una excitación de los órganos internos (excitación cenestésica),  o lo que es lo mismo a decir, que los sueños dependen del estomago, para indicar con ello que, en parte, depende de los órganos internos. Por supuesto, que no significa que el sueño reproduce fiel mente el estímulo, sino que lo elabora. Lo trabaja.
Lo más importante de todo lo dicho es que el propio sujeto, como nos lo hace ver Freud, sabe lo que quiere decir el sueño para el propio durmiente. ¿Por qué no preguntarle al propio durmiente lo que significa su sueño? Es posible y hasta muy probable, dice, que el durmiente sepa, a pesar de todo, lo que significa su sueño, pero no sabiendo que lo sabe, cree ignorarlo. Ya lo había aducido con mis propias palabras, al decir, que ante una circunstancia concreta histórica, un sueño concreto. Lo que quiere decir, que todos, muy en el fondo podemos interpretar nuestro propios sueños, pues conocemos nuestras propias y reales circunstancias históricas. Y que no es otra cosa, que lo que dice Freud, de que se trata de un fenómeno psíquico, y no tanto un fenómeno somático. Hecho que no podemos ocultar. Lo que sucede es que nos son inaccesibles. Eso hace, ciertamente, que el fenómeno de los sueños resulte un tema de mucho interés, como de hecho, estoy demostrando con este trabajo, por de mas útil y justificado para mi. Porque no hay sueño sin conexión con la realidad del que sueña o del durmiente, para utilizar la expresión Freudiana. En otras palabras, un sueño y una circunstancia. Una circunstancia y un sueño. Estrechamente ligados y trabajados. Pero conexión que permanece ignorada, o sea, inconsciente, por el momento, como dice Freud. Inaccesible a la conciencia del durmiente, o inconsciente. Y, en cierta manera, no es otra cosa que una manifestación de complejos. De allí, la importancia que tiene interpretar nuestros propios sueños porque nos están revelando lo que nos es inaccesible concientemente. Porque se trata de traer al consiente lo que por asociación se ha despertado y activado en nuestro inconsciente y que no se  nos manifiesta claramente. Es decir, que se nos muestra en representaciones sustitutivas deformadas, y que no son otra cosa que la misma manifestación inconsciente que necesitan  ser convertidas  al conciente. De hecho, el mejor intérprete de su propio sueño no es otro que el que lo soñó, porque se conoce y conoce su circunstancia, ya que en los sueños existen las ideas latentes y las ideas manifiestas, con su riquísimo  simbolismo. Es decir, no se trata de otra cosa que de su propia revelación. Se trata de una estrecha comunicación de inconsciente y consciente, para nuestro propio crecimiento. ¿No es maravillosa la naturaleza? ¿No nos ha dado ya nuestros propios pergaminos de superación que hasta busca liberar y manifestarnos dónde y en qué no andan las cosas como deberían andar? tiene mucha razón de ser, entonces, la afirmación de Vallés, con la que comenzamos este apartado: “. Si yo me conociera noche a noche como me conozco día a día, sería mejor persona y tendría mejor carácter, podría prevenir mejor mis prontos y suavizar mis asperezas, reaccionaria mejor ante la vida y entendería mejor en la práctica el enigma de la existencia. Sé que al perder la dimensión nocturna de mi vida,  he perdido algo importante de la totalidad de mi ser.” Refiriéndose, como es lógico, a los sueños como realidad humana.
Es muy extenso el tema, sin duda. Pero como no quiero más de lo que necesito para mi búsqueda, dejo a un lado, lo de los estímulos inmediatos sensoriales externos durante el reposo que provocan los sueños, y que se pueden considerar como una de las fuentes inmediatas de los mismos. Como también del por qué no recordamos y hasta olvidamos lo que hemos soñado. Lo que los expertos llaman auxilio mnémico. Pero no nos vamos a meter a complicarnos la vida con terminologías por demás muy superiores a nuestras limitaciones e intereses. Dejemos esta tarea a los expertos y especialistas en la materia. Quedémonos, por ahora, con lo que venimos sosteniendo y es que los sueños están relacionados con nuestra realidad cotidiana. A una realidad y circunstancia, un sueño. Se trata de una actividad psíquica. Lo que quiere decir que nuestra mente sigue trabajando, pero con representaciones distintas. En la vida diurna, es decir, del día, consciente, trabajamos con representaciones verbales y de lenguaje, de las ideas; mientras que en los sueños, se trata de un trabajo de representación en las imágenes sensoriales. Por eso los sueños son una actividad psíquica. Por consiguiente, una respuesta continúa a la vida misma de todos los días, ya que el alma se halla en el sueño en idéntica situación  que durante la vida despierta, como señala Freud la referirse al estudio que representa Struempell. Simplemente se trata de dos conexiones. La vida de todos los días, supone y exige la percepción total del mundo exterior objetivo. Y en el reposo, del mundo interior, subjetivo. Pero en el mismo sujeto, tanto que vive como duerme. Porque se trata de una actividad psíquica continuada, pero con la característica del reposo. Por consiguiente, no se trata de un desligarse de su propia realidad. Todo lo contrario.
Esta manera de ver los sueños, nos lleva a preguntar seriamente, si los sueños son una realización de los deseos. Y tenemos que admitir que sí. A ese punto, sé que el que está leyendo ha pegado, por lo menos, un salto, o ha abierto los ojos un poco más de lo normal como muestra de asombro. Y lo entiendo. Pero, realmente, los sueños son una realización de deseos. Y, más, aún, como señala Freud, sueños de deseos y de comodidad. El ejemplo típico es el soñar que está bebiendo agua y el de despertarse. Súbitamente, con sed. El deseo físico del agua hace que sueñe tomando agua  o calmando la sed. Así el sueño sustituye a la acción. La sed no se sacia con el sueño. Hay que levantarse a tomar agua. Eso hace que se vean los sueños como un deseo cumplido. Cosa muy distinta de deseos reprimidos. No se trata de la misma realidad. Es importante, mencionarlo, por lo menos.
Demos por terminado este apartado. Y diremos, para tener algo al que atenernos, que “los sueños habla”. Es decir, nos están diciendo algo en concreto en nuestra concreta circunstancia. Tienen importancia los sueños y el pretender interpretarlos, sin duda alguna. Pero sin olvidar que se trata de conexiones entre el inconsciente y el consiente. En otras palabras, son nuestra propia revelación personal.

¿En el caso de San José, sucede igual? Si no es la excepción, si. Ahora si es un caso fuera de lo común, no. Y me atrevo a pensar que no tiene nada de extraordinario. Entonces, ¿revelación o no? Por supuesto que sí. Pero en el sentido de la naturaleza y no en el de intervención ahistórica. Allí está lo realmente maravilloso.

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